Cuando una persona con un defecto refractivo (miopía, hipermetropía y/o astigmatismo) nos pregunta si se puede operar ¿que le contestamos?
En realidad, lo que en principio iba a ser una pregunta se convierte en dos, ¿me puedo operar? ¿cómo es la operación?. Si no estamos habituados a este tipo de cirugías podemos quedarnos en blanco y no saber que responder, pero si tenemos en cuenta unos conceptos básicos, la mayoría de las veces son sencillas de responder incluso si no somos especialistas.
¿me puedo operar?
A la pregunta de “¿me puedo operar?” debemos tener claro que para operarse de cirugía refractiva lo primero que tenemos que tener en cuenta es que sea una persona mayor de 18 años y que, salvo por su defecto refractivo, tenga un «ojo completamente sano«.
De cumplir estas dos condiciones podemos responder afirmativamente, en caso contrario, lo mejor es recomendarle que consulte con un oftalmólogo especialista en cirugía refractiva, para que evalúe su caso en particular.
De este modo podemos decir de forma resumida que una persona con un defecto refractivo (miopía, hipermetropía y/o astigmatismo) podría operarse si cumple estos 4 criterios:
- Edad > 18 años
- Sin otras patologías oculares, «Ojo sano»
- Estabilidad refractiva durante el último año (<1D esférica y cilíndrica)
- Debemos tener en cuenta que en los usuarios de lentes de contacto, todas las pruebas deben estar un tiempo sin ellas antes de la operación)
¿cómo es la operación?
El estudio pre-operatorio es una parte fundamental de una cirugía refractiva y los oftalmólogos especialistas tienen en cuenta multitud de parámetros para decidir entre las diferentes técnicas. Nosotros nos centraremos en los más básicos para poder responder a esta pregunta de una forma general.
Primero debemos conocer que un estudio pre-operatorio completo consiste en lo siguiente:
- Anamnesis completa
- Exploración
- Agudeza visual con y sin corrección de lejos.
- Refracción con y sin ciclopléjico.
- Exploración ocular (MOE, BMC, PIO, FO)
- Pruebas complementarias
- Queratometría: IOL Master y Pemtacam
- Pupilometría.
- Paquimetría y recuento endotelial.
- OCT Visante: ángulo-ángulo y ACD
- Estudio de la longitud axial.
Con la topografía obtenemos datos muy significativos para valorar si para el paciente seria más recomendable una cirugía refractiva láser o por el contrario es preferible una lente intraocular.
LÁSER o LENTE INTRAOCULAR
La topografía es la prueba diagnóstica que nos sirve para descartar problemas en la córnea, como por ejemplo el queratocono, que puedan contraindicar una cirugía refractiva.
Además en la topografía conocemos el mapa paquimétrico que nos indica el espesor corneal para calcular el lecho residual estromal que tendríamos después de la cirugía láser y por lo tanto saber si la cirugía se realiza en los márgenes de seguridad.
Gracias a la topografía podemos empezar a orientarnos si la técnica mejor indicada sería con láser (LASIK, PRK) o mediante una lente intraocular (ICL)
LÁSER: LASIK vs PRK
La diferencia principal entre LASIK y PRK es el nivel de profundidad corneal en el que aplicamos el láser excimer, siendo en la técnica PRK más superficial y el LASIK más profundo. Conociendo esto, podemos resumir que:
la técnica de elección para una cirugía refractiva láser será LASIK salvo en los siguientes casos:
– Córneas finas <500 ?m
– Complicaciones de tallado flap.
– Alteraciones topográficas
– Córneas muy planas.
– Reborde orbitario o hendidura palpebral estrecha.
– Riesgo de traumatismo ocular (deportistas, profesiones de riesgo, etc…)
– Pacientes muy jóvenes.
– Biopics.
– Patología retiniana o del nervio óptico.
– Pupilas de gran diámetro.
– Blefaritis crónicas
en estos casos estará indicada la técnica PRK de cirugía refractiva láser.
LENTES INTRAOCULARES (ICL)
Si el paciente no entra dentro de los criterios de la cirugía refractiva láser (LASIK o PRK) podemos complementar nuestro estudio preoperatorio básico con la medición de la profundidad de la cámara anterior (ACD) y un recuento de las células de la córnea para saber si el paciente puede ser candidato a la intervención mediante una lente intraocular (ICL).
Actualmente los tamaños mínimos para poder implantar una lente intraocular tipo ICL son los siguientes:
- ACD: 2,8 – 3 mm desde endotelio.
- Ángulo de 30º
- Células endoteliales: 2000 cel/mm² > 25 a 2500 cel/mm²
Siempre, como ante cualquier cirugía oftalmológica, tenemos que asegurarnos que se hacen todas las pruebas preoperatorias necesarias para intentar garantizar el éxito quirúrgico. Por lo tanto debemos avisar al paciente que el que mejor sabe lo más adecuado para él es el cirujano que le va a operar y que nuestro criterio incial se puede ver modificado por pruebas complementarias aún más exhaustivas que le realizarán durante el preoperatorio.