Partes del ojo y función de la retina
La visión es el resultado de un mecanismo muy complejo en el que intervienen diferentes estructuras oculares. Como si de una cámara de fotos se tratara, el ojo dispone de diferentes componentes que permiten por un lado que la luz que viene del exterior reflejada en la superficie de los objetos o personas que queremos ver, acabe enfocando en un único punto, en un único haz de luz. Estos elementos más superficiales son la córnea y el cristalino, que son dos lentes naturales. Pero también la luz debe atravesar varias interfases hasta llegar a su destino final (la película lagrimal, humor acuoso y humor vítreo).
Por otro lado, existe un tejido que recubre la pared interna del ojo llamado retina que es capaz de transformar la luz proyectada del exterior en electricidad que viajará por el nervio óptico conduciendo toda la información hasta el cerebro, concretamente al córtex occipital, donde será procesada.
No toda la retina es igual, no toda aporta la misma cantidad de información, la zona central (Mácula) no sólo da una visión del campo visual central, sino que aporta una visión más nítida.
Cómo y porqué se produce el desprendimiento de retina
Una de las interfases implicadas en el trayecto de la luz es el Humor Vítreo que es una estructura gelatinosa y esférica que rellena la cavidad ocular interna (cavidad vítrea) y que está compuesta por colágeno, agua y ácido hialurónico entre otros componentes. El Humor Vítreo se encuentra adherido a la superficie de la retina con especial intensidad en algunos puntos de la misma. Esta estructura gelatinosa está sujeta al envejecimiento y desnaturalización de las proteínas que la componen lo que supone la pérdida de su forma original y la separación de la superficie retiniana con el paso de los años; a este fenómeno se le conoce como Desprendimiento de Vítreo Posterior (DVP) y supone el factor desencadenante más importante del Desprendimiento de retina (DR) conocido como Regmatógeno (existen otros tipos de DR menos frecuentes como son el exudativo y traccional cuya patogenia es diferente).
Síntomas del desprendimiento de retina
El DVP cursa en la inmensa mayoría de las ocasiones de una forma inocua siendo a veces desapercibido por los pacientes. Es interesante saber que cuando el DVP es sintomático es más probable la aparición de un roto (desgarro o agujero) en la retina y por consiguiente un posible DR, que cuando es asintomático. Por lo tanto, los síntomas iniciales de DVP son suficientes como para alertar de un posible (aunque poco probable) DR asociado.
Dichos síntomas son la presencia de manchas móviles en el campo visual conocidas vulgarmente como “moscas volantes” (Miodesopsias) que pueden significar la presencia de condensaciones de humor vítreo o incluso de restos de sangrado en caso de rotura de la pared retiniana. Otro síntoma característico es la presencia de destellos de luz de milisegundos de duración (Fotopsias) cuya presencia indica la existencia de una tracción mecánica del Vítreo sobre la retina.
Cómo tratar el Desprendimiento de Retina
La aparición de estos síntomas o el incremento de los mismos hace necesario la exploración del fondo de ojo en búsqueda de posibles roturas en la pared retiniana ya que, a pesar de que los hallazgos son poco frecuentes, en esta fase el desprendimiento se puede frenar aplicando láser en la propia consulta alrededor de las roturas que fueran halladas en la exploración.
Es necesario remarcar que los síntomas de DVP pueden permanecer de forma crónica en ocasiones y que solamente los cambios en los mismos son justificación suficiente para reevaluar el fondo del ojo. Además existen otros factores de riesgo más allá del DVP para sufrir un DR como son los antecedentes familiares o personales, la miopía, los traumatismos o las cirugías oculares previas.
Cuando el DVP es completo y lleva tiempo de evolución el riesgo de DR asociado cada vez es menor (cuando ambas superficies se encuentran ya separadas es menos probable la aparición de roturas).
Desafortunadamente no siempre llegamos a tiempo y tras el desgarro o los agujeros en la retina encontramos asociada la separación de la retina de la pared del ojo refiriendo los pacientes una pérdida parcial o total del campo visual tras un periodo de visión de moscas volantes y destellos generalmente. En estos casos debemos adoptar una actitud terapéutica más agresiva, siendo necesaria la cirugía en muchas ocasiones.
La cirugía del DR tiene como objetivo la reaplicación de la retina en su lecho original y para ello utilizamos diferentes técnicas quirúrgicas siendo la VITRECTOMÍA la más extendida a día de hoy. Hay ocasiones en las que además de la vitrectomía o en su lugar podemos utilizar la técnica de Cirugía Escleral en la que nos servimos de la implantación de material en la pared del ojo (Cerclajes o explantes) que nos ayudan a aproximar la pared del ojo a la retina entre otras muchas de sus funciones. En ambos casos la anestesia que se emplea es local, con sedación añadida, y la cirugía es ambulatoria no siendo necesario el ingreso hospitalario de los pacientes.
Centrándonos nuevamente en la Vitrectomía se trata de una técnica de microcirugía cuyo objetivo es el de extirpar el vítreo degenerado de la cavidad ocular posterior; reaplicar la retina y sellar con láser las roturas de la retina desde el interior. Una vez extraído el vítreo y tratadas las roturas se deja un sustitutivo vítreo en forma de gas (que irá desapareciendo y dejando lugar al humor acuoso del propio ojo que comenzará a rellenar no sólo la cavidad anterior sino también la posterior del ojo) o de aceite de silicona (cuya extracción posterior al cabo de los meses requiere una nueva intervención). Los sustitutivos vítreos tienen como objetivo ejercer presión de la retina contra la pared hasta que se produzca la cicatrización del láser; dicho sustitutivo gaseoso obliga al paciente a adoptar durante un tiempo variable una postura con la cara mirando al suelo e impide viajar en avión o subir puertos de montaña hasta la desaparición total del mismo, no siendo así cuando el sustitutivo es aceite de silicona que se reserva a pacientes graves o con problema de movilidad.
En definitiva, el DR es una enfermedad grave de la retina que es tratable ya sea de forma profiláctica con láser o bien quirúrgicamente con una tasa de éxito entorno al 85% (teniendo incluso que realizarse varias intervenciones en determinados casos más complejos), en el que el tiempo de reacción es fundamental para un mejor pronóstico visual, siendo por tanto muy interesante conocer los síntomas que nos tienen que alertar para ponernos en manos de un oftalmólogo experto en retina.