Ochenta millones de personas alrededor del mundo padecen glaucoma. En España la cifra asciende hasta un millón, las últimas cifras apuntan a que uno de cada doscientos españoles de entre cuarenta y cuarenta y cinco años lo sufre en la actualidad. Este mes de marzo se celebra la Semana Mundial del Glaucoma, una iniciativa impulsada por la Sociedad Española de Glaucoma (SEG) y la Asociación de Glaucoma para Afectados y Familiares (AGAF), para concienciar a la sociedad sobre la importancia del diagnóstico precoz y de las revisiones oftalmológicas habituales: dos grandes armas para luchar contra una patología tan generalizada como asintomática.
“Unidos por un mundo sin glaucoma”, lema de la edición de 2024, hace hincapié en la educación y sensibilización, pero sobre todo, en una acción médica preventiva. El glaucoma es una patología neurodegenerativa que daña el nervio óptico limitando gradualmente la visión, pudiendo derivar en ceguera. Su aparición dificulta la transmisión de información del ojo al cerebro, lo que impide tener una visión lateral o periférica completa. En estadios más avanzados provoca visión de túnel o pérdida total de la vista de manera irreparable.
Sus principales factores de riesgo son: elevada presión intraocular (con tendencia a acelerarse en pacientes miopes e hipermétropes), tener ascendencia hispana, africana o asiática, personas con antecedentes familiares -causa que multiplica por diez las probabilidades de padecerlo-, quienes han sufrido alguna lesión en el ojo previamente, los que tengan córneas delgadas en la parte central o estrechamiento del nervio óptico, la diabetes, las migrañas, la mala circulación, el abuso de esteroides, personas con enfermedades sistémicas relacionadas y, sobre todo, adultos de edad avanzada.
En algunos casos el glaucoma da la cara provocando dolor de ojos, de cabeza o visión borrosa, sin embargo, tiende a ser silencioso, de ahí la importancia de someterse a revisiones anuales, sobre todo a partir de los cuarenta años. Según la OMS, el 8% de la población mayor de sesenta y cinco y el 12% de los mayores de setenta y cinco años lo padecen. La buena noticia es que un 90% de la posible ceguera puede evitarse con la detección temprana y el tratamiento adecuado.
La única manera segura de diagnosticar el glaucoma es llevando a cabo un examen ocular completo. Clínica Rementería, institución oftalmología de referencia en Madrid, ofrece desde hace treinta años las soluciones más avanzadas para la salud visual de manera personalizada e integral. El centro, pionero en todas las especialidades y subespecialidades oftalmológicas, dispone de una contundente Unidad de Glaucoma, altamente cualificada y súper-especializada para el diagnóstico, tratamiento y seguimiento de pacientes con esta dolencia. La Dra. Beatriz Puerto Hernández, Jefa de Sección de Glaucoma de Clínica Rementería, y su equipo, la Dra. Carmen Sanchez Sanchez, la Dra. Aurora Pérez Crespo, la Dra. Cristina López Caballero y el Dr. Jorge Casco, son especialistas tanto en glaucoma como en cirugía de cataratas. Todos se mantienen absolutamente actualizados en cuanto a tendencias, estudios y nueva aparatología, y trabajan para su prevención y tratamiento, sirviéndose de la experiencia y de la mejor tecnología de vanguardia.
Existen distintos tipos de glaucoma. El glaucoma de ángulo cerrado, menos frecuente, es de aparición brusca. Es una dolencia grave y bastante agresiva, y así se manifiesta: náuseas, vómitos, molestias agudas en el ojo, “moscas volantes”, visión ‘de arco iris’, visión borrosa o pérdida total de la misma.
El glaucoma de ángulo abierto o glaucoma crónico simple es el más extendido, según la Asociación Mundial del Glaucoma representa del 70% al 90% de los casos. El glaucoma de ángulo abierto dificulta el drenaje del humor acuoso de la cámara anterior del ojo. Su evolución es lenta, esta condición ‘regala tiempo’ al oftalmólogo para actuar sobre la presión intraocular (PIO). Una vez detectado, la primera elección tradicionalmente ha sido el tratamiento farmacológico con medicación tópica. Gotas oculares que favorecen el drenaje del humor acuoso o disminuyen la producción del mismo, en función de las necesidades de cada caso. Si esto no fuese efectivo, se pasaría a valorar cirugías mínimamente invasivas.
No obstante, durante los últimos tiempos, algunos expertos apuestan por un cambio de mentalidad: en lugar de acumular medicación hasta que el paciente empiece a perder visión, se lleva a cabo un abordaje proactivo, efectuando una intervención procedimental temprana: el Mycro-Bypass Trabecular. Consiste en poner un implante de titanio de dimensiones mínimas -es el más pequeño que se conoce para el ser humano- en el canal de Schlemm, atravesando la malla trabecular. La cirugía reestablece la salida del líquido del ojo, reduciendo la presión intraocular y, por tanto, disminuyendo la progresión de la enfermedad. Es un procedimiento seguro, poco invasivo, que no compromete futuras intervenciones, y además puede combinarse con la cirugía de catarata, una patología – al igual que el glaucoma- bastante asociada a ese rango de edad.
Los resultados clínicos obtenidos a largo plazo sobre esta cirugía -bien aislada o bien unida a la de cataratas- demuestran ventajas significativas, porque los pacientes se benefician de un escalón intermedio entre el tratamiento de gotas –relativamente esclavo y a veces insuficiente- y operaciones más invasivas. Sin embargo, cada patología es diferente y en Clínica Rementería siempre apostamos por un exhaustivo estudio inicial de los condicionantes personales como el tipo de glaucoma, el grado de progresión, la edad de la persona y la existencia o no, de cirugías previas.
Todos estos datos nos permiten diseñar intervenciones ‘a medida’ que suponen grandes pasos para ganar la batalla a uno de los peores enemigos silenciosos de nuestra sociedad.