Poster presentado en el Congreso Internacional Online de Jovenes Optometristas.
autores: Fernández Cuenca S, Carrillo Ramos V, Blazquez Sanchez V, Dr. L. Álvarez-Rementería, Dr. F.J. Hurtado Ceña
Introducción:
El aumento de esperanza de vida hace que aumente la prevalencia de determinadas patologías como DMAE y cataratas, las cuales se pueden relacionar con pérdidas de visión. Lo que hace que se requiera del empleo de uso de ayudas de baja visión para actividades cotidianas.
La OMS en 1992 definió a una persona con Baja Visión, aquella con una incapacidad en la función visual aun después de tratamiento y/o refracción común, con una agudeza visual en el mejor ojo de 0.3 a percepción de luz o con un campo visual inferior a 10º desde el punto de fijación, pero que se use, es decir, potencialmente capaz de usar la visión para la planificación y ejecución de tareas. Por tanto, se considera ceguera legal por la OMS cuando la visión es menor de 20/20 o 0.1 en el mejor de los ojos.
Es importante recordar que la baja visión no es un concepto absoluto y depende de las necesidades visuales de cada persona.
Objetivos:
Obtener porcentaje de pacientes donde las ayudas visuales son adecuadas y por tanto, recomendadas. Y determinar entre esas ayudas, realizando una encuesta entre pacientes que acudieron a consulta, las más utilizadas en su vida diaria y, por tanto, más importantes y útiles.
Método:
A partir de los pacientes de una clínica oftalmológica privada derivados a la sección de Baja Visión de la misma, se estudia cuales son los requerimientos visuales para los que más ayudas visuales se solicita y cuales son las ayudas más recomendadas, dependiendo de las necesidades y estado físico del paciente.
Es muy importante estado físico y anímico del paciente para poder determinar ayuda visual más adecuada, tanto por movilidad como para sus necesidades diarias.
Resultados:
En una consulta oftalmológica privada, desde que se estableció una consulta de baja visión en Marzo de 2013 hasta Julio de 2013 se vio un total de 22202 pacientes con 1036 cirugías de cataratas y 304 inyecciones intravítreas de terapia antiangiogénica.
39 pacientes (0,17%) fueron remitidos a la consulta de baja visión de los cuales un 61% (24) aceptaron (12 varones y 12 mujeres) con una edad media de 79,54 (10,95) años, una agudeza visual media de 0,39 SD (0,34; cartilla de Snellen), una esfera media de -0,23 SD (3,33) y un cilindro medio de -1,13 SD (0,91).
Doce pacientes (50%) presentaban DMAE, 8 (33,3%) problemas de visión tras la cirugía de cataratas, 2 de ellos con implante de lente multifocal, otros 2 (8,3%) presentaban glaucoma y 2 (8,3%) retinopatía diabética. Nueve pacientes (37,5%) se quejaban de problemas en la visión de cerca, 2 (8,4%) de lejos y 13 (54,2%) de lejos y de cerca.
Al 25% se le recomendaron filtros selectivos, al 50% utilizar un rotulador Edding 1200, al 66,7% la utilización de lupas de no más de 4 aumentos, al 54,2% el uso de flexos, al 12% el uso de atril para leer, al 8,3% el uso de telescopios y al 20,8% el uso de libro electrónico.
Podemos observar como hoy en día las ayudas más recomendadas son sencillas y fáciles de conseguir, lo que facilita su uso ya que se trata de pacientes mayores.
No hubo una correlación significativa entre el número de ayudas recomendadas y la agudeza visual (p = 0,675; Kruskal Wallis) o la edad de los pacientes (ver gráfica siguiente). A cinco pacientes no se les recomendó ninguna ayuda visual.
Conclusiones:
Sólo al 0,17% de nuestros pacientes se les recomendó acudir a la consulta de baja visión y el 39% de ellos no llegaron a acudir a la consulta. Esto indica que muchos pacientes se quedan sin esta opción de tratamiento bien por desconocimiento del oftalmólogo o por falta de interés del propio paciente. Muchos de nuestros pacientes con DMAE o con problemas de visión tras la cirugía de cataratas podrían beneficiarse del uso de estas ayudas, tan simples como la utilización de lupas, flexos especiales o el uso de nuevas tecnologías como el libro electrónico.
Sería necesario recibir más información sobre estas ayudas ya que con ellas podemos solucionar problemas de visión en la vida cotidiana. Aunque la mayoría de estas ayudas son de gran coste, hoy en día hay ayudas electrónicas o tipos de luces económicas que nos pueden ayudar.
Bibliografía:
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Sara Fernández Cuenca
D.O.O.