El glaucoma, según la amplitud del ángulo iridocorneal, puede dividirse en glaucoma de ángulo abierto y glaucoma de ángulo cerrado, un tipo menos frecuente de glaucoma que el de ángulo abierto, que representa aproximadamente el 5% del total de los pacientes afectados por glaucoma.
El ¨ángulo” es la zona donde la córnea se encuentra con el iris y donde se localiza la estructura por donde drena el humor acuoso, la malla trabecular, que se asemeja a un colador.
En el glaucoma de ángulo cerrado, la malla trabecular (nuestro sistema interno de drenaje), se encuentra obstruida por la raíz del iris. Este bloqueo a la salida del humor acuoso produce un aumento de la presión intraocular y secundariamente un daño en el nervio óptico.
Habitualmente, este tipo de glaucoma, afecta a ojos “más pequeños” como los hipermétropes, ya que todas las estructuras del ojo se encuentran apiñadas en un espacio más pequeño.
Ocurre más frecuentemente en mujeres que en hombres y, aunque puede darse en cualquier persona, es más común en ciertos grupos étnicos (como por ejemplo los chinos).
El glaucoma primario de ángulo cerrado ocurre generalmente de manera asintomática (es decir, es una enfermedad silenciosa que no da ninguna clínica al paciente) y en la mayoría de los casos se produce por una dificultad del paso del humor acuoso a través de la pupila, lo que abomba el iris por la parte posterior haciendo que contacte con la malla trabecular.
Es muy importante hacer un diagnóstico preciso entre glaucoma de ángulo abierto o ángulo cerrado, dado que el abordaje terapéutico es diferente utilizándose estrategias adicionales para el control del glaucoma de ángulo cerrado en comparación con el glaucoma de ángulo abierto como la iridotomía láser e incluso la extracción del cristalino transparente si fuera necesario.
Ataque agudo de glaucoma
Existe una variante muy agresiva de este tipo de glaucoma, que es el ataque agudo de glaucoma en el que el cierre angular se produce de manera brusca y la presión intraocular sube hasta niveles muy altos, produciendo sintomatología muy florida de ojo rojo, dolor ocular intenso y alrededor del ojo, pérdida de visión e incluso nauseas y vómitos, lo que hace que en ocasiones se demore el diagnóstico ya que la clínica se orienta hacia una enfermedad más general y no puramente ocular. Es característico encontrar la pupila dilatada y muy poco reactiva a la luz.
Normalmente ocurre sólo en un ojo, pero puede darse también en los dos ojos de manera simultánea.
Esta entidad representa una emergencia médica dado que si no se trata a tiempo puede afectar de manera irreversible el nervio óptico y por tanto el campo visual del paciente.
El tratamiento debe ser intensivo, pautándose gotas antiinflamatorias e hipotensoras, medicación oral o intravenosa que ayudan a bajar la presión intraocular, tratamiento láser para abrir el ángulo (iridotomía láser) e incluso cirugía en algunos casos en los que sea necesario para resolver el episodio agudo del paciente.